Me hastía el sonido alarmante del teléfono del mismo modo que aborrezco mis pasos acelerados para dar con aquel artefacto. Aún no comprendo si me apresuro por levantar el auricular y descubrir a quien pertenece la voz misteriosa que ansía parlar con mi presencia, esperanzado ingenuamente, de que sea el trémulo dulce de sus cuerdas quienes llaman – no me telefonea de hace meses y extraño sus bromas aburridas - o más bien, sean mis pasos, trote furtivo para que de una tajante vez consiga cesar el sonido hipnotizante del ring sarcástico que, entrando violento por mis oídos se filtra en mi masa encefálica y desde mis neuronas su eco convulsa mi cuerpo, sobre todo en los momentos mas inoportunos, a la espera de que alguien pregunte con voz pausada : ¿Por qué tiemblas? y a raíz de la incoherencia que presentaría justificar diciendo “ Es el sonido del teléfono cuyo eco en mi seso me hace tiritar" siempre prefiero excusarme argumentando a favor del gélido inexistente, el cual solo un abrazo puede acallar.
Y al estar embriagado en la complicidad de sus brazos , comprendí las nobles intenciones de aquella apoteosis sonora. Aún así, me hastía el sonido del teléfono y aborrezco las magnéticas voces que brotan de él.
0 comentarios:
Publicar un comentario